3 Uno de ellos dijo: «Dígnate venir con tus siervos.» Dijo él: «Iré.»
4 Se fue con ellos y llegando al Jordán se pusieron a cortar los árboles.
5 Estaba uno derribando una viga cuando el hierro se cayó al agua y
gritó diciendo: «¡Ay, mi señor, que era prestado!»
6 El hombre de Dios dijo: «¿Dónde ha caído?» Y le mostró el sitio.
Entonces cortó un trozo de madera y lo arrojó allí, y sacó el hierro a flote.
7 Dijo: «Hazlo subir hacia ti.» El extendió su mano y lo agarró.
8 El rey de Aram estaba en guerra con Israel y celebró consejo con sus
siervos diciendo: «Bajad contra tal plaza.»
9 El hombre de Dios envió a decir al rey de Israel: «Ten cuidado de
esa plaza, porque los arameos bajan contra ella.»
10 El rey de Israel envió gente al lugar que el hombre de Dios le había
dicho. El le advertía y el rey estaba allí alerta, y no una ni dos veces.
11 El corazón del rey de Aram se inquietó por este hecho, y llamando
a sus oficiales les dijo: «¿No me vais a descubrir quién nos traiciona ante el
rey de Israel?»
12 Uno de los oficiales dijo: «No, rey mi señor, sino que Eliseo,
el
profeta que hay en Israel, ha avisado al rey de Israel de las palabras que has
dicho en el interior de tu dormitorio.»
13 El dijo: «Id y ved dónde está y enviaré a prenderlo.» Se le avisó
diciendo: «Está en Dotán.»
14 Y mandó allí caballos, carros y un fuerte destacamento, que
llegaron por la noche y cercaron la ciudad.
15 Al día siguiente se levantó el criado del hombre de Dios para salir,
pero el destacamento rodeaba la ciudad, con caballos y carros, y su criado
le dijo: «¡Ay, mi señor!, ¿qué vamos a hacer?»